“Hay cosas bastante profundas que yo no las transmitiría jamás con imágenes”, dijo.

José Mujica sigue su recorrido mediático en Europa, donde el Festival de Cine de Venecia lo recibió como una estrella gracias a las dos películas que protagoniza (una la ficción “La noche de los 12 años”, la otra el documental de Emir Kusturica).

Con el mate en mano, Mujica recorrió muchas de las salas nobles del mítico Palazzo del Casinò, la vetusta sede de la Mostra de Venecia.

En entrevista con El Diario de España, dijo que en el festival de Venecia se sentía “como perro en cancha de bochas”. “He venido por la amistad que me une con Kusturica. Me dijo que si yo no venía, él tampoco. Y como se ha dedicado media vida al cine, me parecía injusto. Pero me voy esta misma tarde, voy a huir”, dijo al medio.

Mujica negó que el documental sea un escaparate de sus ideas políticas. “En el período en que se hizo yo era presidente, en un país en el que no hay reelección. Ya tengo 83 años, no soy un pibe. Mi porvenir hay que contarlo cortito. Y soy muy consciente de eso. No, no. Hace muchos años me habían hecho una película, la primera vez que salí como legislador la pasaron en el Festival de Berlín. No tiene nada que ver con la comunicación política. Creo que el cine es un arte, pero hay cosas bastante profundas que yo no las transmitiría jamás con imágenes. Soy antiguo. En principio era el verbo, y creo en la magia alada de las palabras”, dijo.

En la charla le consultan también sobre el socialismo y si le ha decepcionado en algunos países, como Venezuela o los países soviéticos. “Eso nunca fue socialista, eso fue estatismo. Que no es lo mismo”, dijo sobre la URSS. “El hombre tiene siglos de vivir en comunidad. La revolución neolítica tiene apenas 10.000 años y la revolución capitalista tiene 300 años. Antropológicamente somos gregarios, no podemos vivir sin sociedad. Lo que pasa es que se ha confundido socialismo con estatismo, y con imposición. Están más cerca algunos indígenas del socialismo que lo que pasó en la Alemania oriental. Tengo una concepción autogestionaria, no estatista. El socialismo no puede estar peleado con la libertad”, opinó.

En cuanto a su estatus de símbolo actual, consideró que no es algo que él busque sino “necesidad de la gente, que no tiene símbolos, no tiene cosa en qué creer”. “No tengo la culpa. Me agarran a mí como chivo expiatorio, porque los seres humanos somos utópicos. Necesitamos creer en algo. Y el tiempo moderno no nos deja creer en nada. Entonces aparece un símbolo y la gente… Yo no soy otra cosa que un viejo sencillo y sobrio, y planteo la sobriedad en la vida como bandera para concebir la libertad”, manifestó.

La publicación Screen Daily, la primera en hacer una crítica del documental de Kusturica, asegura que es “ligeramente impersonal” y que estilísticamente es de bajo perfil, comparado a otros trabajos del serbio, pero que es una mejora en relación a Maradona by Kusturica.

El filme falla, a su entender, a la hora de dar un sentido sustancial y real a los antecedentes de Mujica como tupamaro y la naturaleza específica de sus actividades guerrilleras, o en explicar el contexto de algunas de las expresiones del expresidente, como cuando se refiere a las actividades del MLN.

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