El ex presidente habló sobre los casos de corrupción en América Latina y dijo que los venezolanos “han confundido deseo con realidad”.
El ex presidente José Mujica participó esta mañana de un encuentro en la Comisión Sindical de Comisiones Obreras, en España, donde se le entregó el premio anual que le otorgó la Fundación Abogados de Atocha en enero de este año en reconocimiento a su trayectoria de lucha por la democracia, la libertad y los derechos sociales.
Allí brindó un discurso de una media hora y luego respondió las preguntas del público y medios presentes. Consultado por la situación de corrupción de la izquierda en América Latina, especialmente los recientes casos en Argentina y Brasil, Mujica aclaró que no es solo América Latina la que vive casos de este tipo, pero reconoció que “hay problemas en pila”.
“Las situaciones tienen algunos puntos comunes genéricos y otros no. Es distinta la situación en Brasil que lo que pasa en Argentina. Lo de Argentina no me sorprende nada, su historia es así”, dijo.
“Siento enormemente lo que ha pasado en Ecuador, tengo un dilema”, dijo sobre las denuncias de corrupción en ese país. “Soy amigo de las dos figuras principales, no sé para dónde voy a agarrar. Concédame el derecho de la duda”, dijo al periodista.
Con respecto a los venezolanos, consideró que “han confundido deseo con realidad”. “Rompieron un mecanismo de su propia economía sin tener capacidad de poderlo llevar adelante. En algún momento pensé que Venezuela necesitaba un poco de política de NEP (Nueva Política Económica, capitalismo de Estado). No por nacionalizar progresas si cada nacionalización produce menos y vienes para atrás. Tienes que asegurarte que funcione”, dijo.
“Es el eterno problema de la izquierda de confundir sentimiento con la realidad objetiva. Así como la derecha conservadora comete el pecado de caer en lo reaccionario. No es lo mismo conservador que reaccionario. Y no es lo mismo ser progresista o de izquierda a caer en infantilismos”, agregó.
“Pero me van a tener que dar respuesta de qué pasó con los 40 millones de pobres que salieron de esa situación en Brasil. No es sencillo este problema. Habrá que aprender de los propios errores, y no soy de los que culpa al imperialismo. Los errores nuestros son nuestros. El primer principio: cada pueblo manda en su casa y nadie tiene derecho a meterse en Venezuela u otro lado”, señaló.
Por último, reflexionó sobre la ola de ultranacionalismo que aumenta en el mundo, tanto en Europa como en Estados Unidos, con Trump al poder, algo que a su juicio tiene que ver con el impulso del miedo al inmigrante usando como excusa la defensa de puestos de trabajo.
“Que España e Italia, que vomitaron millones de integrantes, se hayan olvidado tan rápido de su historia”, lamentó.