Las familias hacen vigilias para comprar al menos medio tanque, al precio de 27 dólares.

La fotografía de la desesperada carrera por buscar oxígeno se repite nuevamente en Perú, donde centenas de personas duermen a la intemperie, entre frazadas, plásticos y cartones, a la espera de un soplo que palíe, aunque sea por escasas horas, el sufrimiento de un ser querido infectado de covid-19.

 

Desde hace días, cientos de tanques verdes, colocados en fila por orden de llegada, se aglomeran en las inmediaciones de un local que distribuye oxígeno medicinal en la ciudad portuaria del Callao, colindante con Lima.

 

Es una escena dramática que se repite apenas meses después de que la primera oleada del virus revelara la escasez en Perú de un implemento vital para atender los casos graves de la enfermedad.

 

La mayoría de cilindros lleva una etiqueta con el nombre del paciente que recibirá el oxígeno y, aunque muchos tienen una capacidad de 10 metros cúbicos, los familiares pasan noches en vela para rellenar apenas la mitad del tanque por 100 soles (unos 27 dólares).

 

Al llegar a ese establecimiento, luego de un viaje de dos horas desde el distrito limeño de Puente Piedra, María Ana Carrión Robles y su prima se encontraron con 180 balones en la cola. A un promedio de 120 recargas diarias, la mujer supo al instante que no iba a poder recargar los tanques de su hermana en menos de 48 horas.

 

“Me di con la sorpresa que todo eso estaba lleno”, hay una “tremenda cola”, así que “mañana estamos esperando que alguien nos cubra en el día para nosotras volver a pasar la otra noche aquí”, explicó a Efe.

 

TEMOR A LOS HOSPITALES

 

Los tanques llegan al Callao desde distritos alejados y carentes de abasto de oxígeno de la mano de familiares desesperados para salvar la vida a sus seres queridos, quienes en su gran mayoría reciben tratamiento en sus casas ante la desconfianza para acudir a alguno de los desbordados centros hospitalarios de la región.

 

“El hospital está más contaminado, están colapsados y no hay oxígeno”, describió Carrión.

 

En el mismo sentido se expresó a Efe un chico apodado Junior, de 21 años, quien se mostró convencido de que su tío enfermo está “mejor en casa”.

 

“Ahorita los hospitales están llenos y a parte si lo tenían lo iban a tener en una silla sentado, no le iban a dar una cama porque no hay camas”, aseveró el joven.

 

Vecino del alejado distrito limeño de Ancón, René Luque hace una semana que se alterna turnos de vigilancia con otros familiares para conseguir los cinco metros cúbicos de oxígeno que consume a diario un pariente suyo, que está en casa en un estado “muy grave”.

 

“Por el descuido de nuestras autoridades tengo que pernoctar aquí todos los días”, lamentó a Efe el hombre, desde la silla de plástico que colocó a apenas un metro de distancia de sus dos tanques.

 

Uno de ellos lo tomó prestado de unos conocidos suyos, mientras que el otro lo adquirió por 2.500 soles (unos 675 dólares), un valor casi tres veces superior al salario mínimo mensual, situado en los 930 soles (unos 250 dólares).

 

EL OXÍGENO DEL MERCADO NEGRO

 

Algunos familiares, más reticentes a comprar, optan por alquilar el balón a un precio de 100 soles diarios (unos 27 dólares) y otros, ante la falta de regularización de precios y la creciente demanda de oxígeno, se sienten seducidos por las ofertas del mercado paralelo.

 

A Carrión, por ejemplo, un “contacto” le ofreció un cilindro lleno con 10 metros cúbicos de oxígeno por 1.500 soles (unos 405 dólares), pero “lo podían conseguir para el viernes” y ya hubiera sido “muy tarde”.

 

Sobre el afloramiento de ese fenómeno se pronunció con Efe el dueño de esa empresa distribuidora de oxígeno del Callao, Luis Barsallo, conocido popularmente como el Ángel del Oxígeno.

 

De acuerdo con él, la astucia llevó a algunos inescrupulosos a hacerse pasar por familiares de enfermos para recargar cilindros y venderlos a un mejor precio.

 

“Hay mucha gente que contrata a señoras para que vengan con datos falsos y después los beneficiarios lo venden al mercado negro”, detalló Barsallo, quien añadió que incluso algunos vecinos se dedican a vender espacios de la fila.

 

A fin de evitar las mafias y garantizar un mayor control en las cercanías del local, la empresa solicitó el “apoyo de las autoridades” policiales de la región, que desde hace pocos días se encargan de resguardar la zona.

 

FALTA DE ANTICIPACIÓN

 

En esta tesitura afronta Perú la etapa inicial de la segunda ola de contagios del SARS-CoV-2, después de consolidarse como uno de los países del mundo con la mayor tasa de mortalidad por coronavirus en proporción a su población.

 

La postal de ahora retrata cómo la escasez de oxígeno amenaza de nuevo a un país que parece no haberse sabido anticipar al segundo pico de contagios de covid-19. Y lo peor todavía puede estar por llegar.

 

De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, en el escenario más leve de esa segunda ola, el país suramericano necesitaría producir poco más de un millón de metros cúbicos diarios de oxígeno, una cantidad que tendría que ascender a más de tres millones ante un panorama más dramático. Hoy, Perú solo produce 800 metros cúbicos por día.

 

El abrupto aumento de contagios en las últimas semanas, que según las cifras oficiales ya suman más de 1.102.795 y dejan cerca de 39.890 fallecidos, agudizó el colapso de los hospitales y generó largas listas de espera en las camas de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

 

De acuerdo con el Ministerio de Salud, este lunes apenas quedaba una cama UCI en la red hospitalaria del Callao, cuatro en la región de Lima y 97 en todo el país, de las más de 1.900 habilitadas.

 

Ante este escenario, el Gobierno anunció la víspera que diez regiones de Perú, entre ellas Lima, ingresarán a cuarentena de a partir del próximo domingo 31, mientras el país espera la supuesta llegada inminente de las primeras dosis de vacunas procedentes del laboratorio chino Sinopharm.

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