La Declaratoria de la Independencia fue el resultado de la Cruzada Libertadora, que comenzó con el desembarco de los 33 Orientales en la playa de la Agraciada, en Soriano, el 19 de abril de 1825. El solo pensar que un puñado de orientales cambió la historia ante verdaderos imperios es todo un desafío. Desafíos que se renuevan y que hoy volvemos a tener en otro plano.
El primer desafío es nada menos que la institucionalidad. Sobre la que hemos obrado con fuerza, ganas y perseverancia. Ese desafío está siempre latente y por eso nuestro apego a la norma, nuestro respeto a la ley, a los fallos de la Justicia, a los acuerdos, a lo votado y al relacionamiento a partir de instituciones que luego viabilizan las personas.
Ya al mes del desembarco de Lavalleja, todo el territorio al sur del río Negro estaba en poder de los patriotas y los brasileños se habían refugiado en las ciudades amuralladas de Montevideo y Colonia. Si habrán tenido enjundia, valor, bravío, y, por sobre todo un extraordinario amor a la patria.
Frente a una casi segura reacción de los invasores, Lavalleja constituyó un Gobierno Provisorio de la Provincia Oriental y convocó a los Cabildos a nombrar sus representantes para una Sala, a reunirse en la villa de San Fernando de la Florida con el objetivo de proceder a la declaratoria de independencia.
Los Cabildos son, precisamente, una cuna de democracia. Solo un pueblo como el oriental es capaz ante el surgimiento de la nación en pensar en la efectiva construcción de la participación. Recordemos que el Uruguay tiene una visión, una misión y un accionar profundamente democrático. Artigas cesaba su autoridad antes su pueblo, y él era el Jefe de los Orientales.
El 20 de Agosto de 1825 queda definitivamente instalada la Honorable Sala de Representantes de la Provincia de la Florida, bajo la presidencia de Juan Francisco Larrobla. No hay un hombre solo, hay un cuerpo colectivo que va por la gesta. Todos tras el gran objetivo.
De ella surgen tres Leyes Fundamentales que se aprueban el día 25: Ley de Independencia, Ley de Unión y Ley de Pabellón.
No hay documentos que establezcan dónde se leyó el Acta de Independencia. Según la tradición, fue en la Piedra Alta, a orillas del Santa Lucía Chico, en el actual departamento de Florida.
Ley de Independencia:
Declara a la Provincia Oriental libre e independiente del Rey de Portugal, del Emperador de Brasil y de cualquier otro poder extranjero.
Ley de Unión:
Declaraba la “unión de la Provincia Oriental a las Provincias del Río de la Plata… por ser la voluntad libremente manifiesta de los pueblos que la componen…”.
Ley de Pabellón:
Ordenaba el uso del pabellón tricolor.
“… compuesto de tres franjas horizontales: celeste, blanco y punzó, por ahora y hasta tanto que incorporados los disputados de esta Provincia a la soberanía nacional se enarbole el reconocido por el de las Unidas del Río de la Plata a la que pertenece…”
El pabellón es un símbolo que representa, que enaltece y que engloba el sentimiento nacional. Hoy seguimos teniendo nuestros símbolos y se revalorizan en cada acción altruista de nuestra democracia.
Otras leyes aprobadas en la Sala de Representantes:
* Libertad de vientres: Establecía que a partir de ese momento los hijos de los esclavos iban a nacer libres.
* Prohibición del tráfico de esclavos.
* La organización del sistema judicial.
Un país, una nación, que pensaba en la libertad de todos. En el bienestar de todos, en el crecimiento de cada uno. Un país preocupado por su destino a partir de lo mejor para cada uno de sus integrantes.
Tenemos que seguir mirando el legado de 1825 y pensar que vamos rumbo a un futuro que no es fácil y que exigirá el esfuerzo de todos los orientales.
Nos queda, precisamente en esta fecha, estar a la altura de aquellos héroes que no miraron intereses personales sino los de la Patria para forjar una nación. Aquella grandeza ilumina momentos de hoy. Aquella grandeza marca el camino. Debemos, entre todos, buscar los acuerdos, la concordia, para estar a la altura de quienes marcaron a fuego el futuro de la nación.
Hoy, que estamos rodeados de estudiantes de varios niveles, que estudian y se forjan para dar lo mejor de sí para la Patria, podemos decirles que cada minuto de nuestra vida está consagrada a dejarles un Salto mejor. Más democrático, con más apertura, con más inversiones, que respete la ley y dé oportunidades a todos. Sigan estudiando, sigan forjándose porque la Nación los precisa sanos, formados, con ganas de crecer y aportar porque el futuro de este país es enorme y su capital principal para mostrar al mundo sigue siendo su gente, formada y con ganas de trabajar y aportar. Como nos lo mostraron los héroes del 25 de agosto de 1825.