El extupamaro hizo de psicólogo en la cárcel y hasta rezó con un pastor
Héctor Amodio Pérez, que desde el miércoles cumple prisión domiciliaria en la casa de su hermana, tendrá que usar tobillera electrónica y el Ministerio del Interior evalúa disponerle una guardia policial.
La utilización de las tobilleras en personas con prisión domiciliaria había sido anunciada meses atrás. Sin embargo, la custodia no es una medida común. En general el procesado recibe aleatoriamente la visita de un equipo de la Oficina de Supervisión de Libertad Asistida (OSLA) que informa al juez del cumplimiento o no de la pena domiciliaria.
El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, dijo ayer que se analiza “qué otro tipo de custodia tendrá”. “En este caso algo más habrá que hacer. Hay elementos de seguridad que no son sólo para evitar que se vaya, sino para proteger en este caso a la persona detenida”, dijo el ministro en el lanzamiento del Decenio Internacional de Personas Afrodescendientes en Torre Ejecutiva.
Hasta el cierre de esta edición Amodio aún no tenía ni tobillera ni custodia.
El médico forense Guillermo López recomendó a la Justicia la prisión domiciliaria porque entendió que es “un ser humano en la etapa final de su vida y esto debe ser protegido”.
“Se encuentra a la llegada al final de la existencia, con lo cual se percibe como muy importante que esa protección y cuidado sea a cargo de la familia con la debida y adecuada contención”, aseguró el médico y lo calificó como una persona que es “vulnerable”.
En una carta enviada ayer al diario El Observador, el extupamaro, que fue procesado por la jueza penal Julia Staricco por varios delitos de privación de libertad en el marco de una causa que data de 2011, contó como fueron los 22 días que pasó tras las rejas en Cárcel Central. Dijo que sus primeros días en prisión fueron “muy malos”, que no sabía cómo manejarse con los demás reclusos, que tuvo una crisis de presión muy alta y que la noche en que llegó comió gracias a un guardia que le dio su comida al que, según dijo, le estará “agradecido siempre”.
Para con el director de Cárceles, Luis Mendoza, también tuvo palabras de agradecimiento porque hizo que se le mejoraran las condiciones de reclusión. “Me pusieron luz y podía leer y escribir. Ya tengo empezado otro libro, como en 1972, pero este no lo van a poder falsificar, porque no voy a necesitar a (el empresario periodístico Federico) Fasano. Después también tiraron una pared y me ampliaron la celda y me pusieron una mesa. Gracias a Mendoza”, dice la carta según El Observador.
Aseguró que de la mayoría de los presos podía ser el abuelo y relató que ayudó a muchos. “He reclamado cosas que eran para todos, como el calefón que se rompió y no lo arreglaban, hasta que lo pedí y lo cambiaron a las pocas horas”.
El extupamaro contó que actuó “como psicólogo de algunos, sobre todo de gente que estaba en periodo de reinserción social, casados, con hijos y trabajando, y los mandan en cana por cosas de hace tres años”, y confesó que aunque es “un ateo recalcitrante” terminó rezando con un pastor evangelista. “En su intento por ayudarme rezó por mí, y yo, un ateo recalcitrante, terminé rezando con él”.
Amodio aseguró que desde el día en que fue procesado por Staricco no vio más a la jueza ni a la fiscal Stella Llorente y que aún no le entregaron el pasaporte uruguayo que tramitó.
Tribunal de Apelaciones y el fallo de Staricco.
La apelación que presentó la defensa de Héctor Amodio Pérez al fallo de la jueza Julia Staricco aún no había llegado ayer al Tribunal de Apelaciones. Los abogados del extupamaro, Andrés Ojeda y Fernando Posada entendieron que la sentencia “agravia la situación del defendido por la forma que se valora la prueba y los hechos”.
La defensa, que pide la clausura de las actuaciones y la libertad definitiva de Amodio, dice que “no es cierto” que las detenciones fueron realizadas “sin ninguna causa” porque todas las personas cuya privación de libertad se le imputa a Amodio “confesaron y reivindican haber sido miembros activos del MLN”.
“Resulta meridianamente claro que, le pese a quien le pese, las detenciones realizadas por personal militar en 1972 eran legítimas”, afirma.