El aurinegro venció 1-0 a Juventud y se coronó como el mejor del Apertura. Cristian Palacios anotó el tanto de la victoria y el título.

Terminó. ¡Peñarol campeón! Segundos antes, la pelota se va al outball y, al ir a buscarla, el “Vasquito” levanta y agita los brazos, incitando al clamor que surge de inmediato, pues el reloj indica que el título está en la puerta de casa; aunque, no en vano, al reanudarse el juego Forlán y Zalayeta se llevan el balón contra un banderín del córner y “lo duermen” en un rincón de la cancha.

Terminó. ¡Peñarol campeón! La euforia entierra en el olvido ese instante de pánico que estrujó a 45.000 almas cuando, ¡a los 90’!, Alonso hizo lo mismo que muchos rivales de Peñarol a lo largo del Torneo Apertura: ante un centro que llegó desde la derecha, cabeceó solo -como lo había hecho un cuarto de hora antes- frente a Guruceaga; la diferencia fue que otras veces, por esa vía, a Peñarol “lo clavaron”, y ahora la pelota se fue por arriba del travesaño.

Terminó. ¡Peñarol campeón! El abrazo de Bengoechea con sus colaboradores encierra alegría, pero también satisfacción y alivio, porque en esta oportunidad no pasó lo que tras el empate con Plaza llevó al entrenador a decir, resignado: “Haga lo que haga no da resultado”; a los 85’, como hacía rato que Juventud manejaba la pelota sin profundidad pero con mayor soltura que antes, puso a Marcel Novick por Ifrán para cerrar el partido, y logró cerrarlo.

Terminó. ¡Peñarol campeón! Ya todo es pasado. El equipo que armó Bengoechea, y que -por primera vez- sin Zalayeta fue más rápido y dinámico cuando pasó al ataque; y, también, el que ganó con un gol que Palacios metió al capitalizar una gruesa desatención del fondo adversario, y -más allá de un par de latigazos de Forlán que “lamieron” los caños- sin haber obligado a Carini mucho más de lo que lo hizo Juventud con Guruceaga.

Terminó. ¡Peñarol campeón! Con su estilo, ese que -por ejemplo- hizo que a los 61’, cuando ganaba 1 a 0, su técnico pusiera a Luque por Albarracín para cerrar el partido, pero…ganándolo por una diferencia más amplia; y que, por esa misma “filosofía de vida”, con poco poder de recuperación en el mediocampo, tuvo que volver a cometer varias faltas para cortar el tránsito rival hacia su área, lo que llevó a que en la segunda etapa Aguiar y Píriz vieran la amarilla, y que el segundo se descontrolara y hasta estuviera al borde de ser expulsado.

Terminó. ¡Peñarolcampeón! A lo este Peñarol, en definitiva. Con mayor concentración y agresividad física y espiritual que en otros partidos, como si esta vez, sobre todo en los 45’ iniciales, hubiera tenido su efecto la ocurrencia ansiosa y preocupada que una semana atrás encendió la mecha de lo que ayer explotó en algo más que una gigantesca caravana: una “pueblada manya” que empujó al ómnibus que llevó a los jugadores y al técnico desde Los Aromos al Centenario; y también con el corazón en la boca, sufriendo, pero por mérito -aunque poco- propio, sin que nadie le haya regalado nada; porque si otro hubiera sido mejor, desde que a este Peñarol no se lo ha distinguido por su temple, tendría mayor puntaje.

PEÑAROL 1-0 JUVENTUD

Estadio: Centenario.

Árbitro: Óscar Rojas. Asistentes: Carlos Pastorino y Antonio Fedorczuk. Cuarto árbitro: Yimmi Álvarez.

Peñarol: G. Guruceaga; M. Aguirregaray, C. Valdez, Guillermo Rodríguez, Gianni Rodríguez; S. Píriz, L. Aguiar, N. Albarracín (61′ C. Luque), D. Forlán; C. Palacios (71′ M. Zalayeta) y D. Ifrán (86′ M. Novick). DT: P. Bengoechea.

Juventud: F. Carini; A. Retyes, F. Machado, E. Pérez, M. Soto; J. P. Varela, E. Romero (84′ M. Lemos), M. Duffard, J. Boselli (75′ J. Martínez); G. Puerari (61′ D. Vargas) y M. Alonso. DT. J. Giordano.

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