Con el histórico bronce de Rotundo en jabalina en el Mundial sub-20 de Cali, Sudamérica suma tres medallas en esta cita deportiva.
Las luces del estadio Pascual Guerrero ya comienzan a apagarse en Cali, el Mundial sub-20 empieza su retirada luego de ver al futuro del atletismo haciendo historia, algo que, por primera vez, no será ajeno para nuestro país.
Dos uruguayos llegaron casi en silencio a esta cita, acompañados de buenas marcas y con la expectativa de representar de la mejor forma a nuestro país, algo que lograron con creces.
El despertador que hizo abrir los ojos a más de un uruguayo para observar a Colombia llegó con el primer día de acción del evento, cuando Manuela Rotundo logró clasificarse a la final del lanzamiento de jabalina. Una bandera celeste estaba metida entre las doce mejores y lo mejor estaba por venir, algo que muy pocos creían, salvo el puñadito de compatriotas presentes en la cita.
Para la prensa sudamericana ya era una novedad tener un finalista a este nivel, a nuestro continente le cuesta bastante dar ese paso, pero lo que pasó después seguro que los terminó de sorprender, a ellos y al resto de los presentes de todo el mundo.
La sanducera y su entrenador, Milton Cardozo, decidieron ese día llegar tres horas antes al estadio, buscar adaptarse al medio, concentrarse, hacer las cosas con tranquilidad y confiar en todo el trabajo realizado. Creían, estaban dispuestos a luchar hasta el final y no iban a regalar nada.
La historia de cómo Rotundo ganó la medalla ya es sabida, llegó sexta en las posiciones al último lanzamiento y allí consiguió una marca de 55,11 metros que la llevó al bronce. Para eso, Cardozo le dijo antes de realizar su intento definitorio: “Es hora de que brazo nos haga festejar a todos”. Responsable, comprometida y decidida, como demostró ser —y es algo que aplica en sus estudios también—, cumplió al pie de la letra.
La espera, que duró mientras el resto de las rivales terminaban su actuación, pareció eterna, pero valió cada segundo una vez que se confirmó la obtención de esa histórica medalla de bronce.
Ella estaba sorprendida, como si fuera algo de todos los días. Mientras, en la tribuna, su entrenador, junto a Martín Mañana y Gonzalo Gervasini gritaban a grito pelado el clásico “Uruguay nomá”.
Allí le cayó la ficha de lo logrado y apareció una sonrisa que difícilmente se le haya borrado de su rostro hasta el día de hoy. El celular explotaba, Paysandú, su tierra natal, era una fiesta, y Uruguay pasó a ser uno de los mascarones de proa del atletismo sudamericano una vez más.
Para enmarcarlo, Argentina, Paraguay, Venezuela, Ecuador, Chile, son algunos de los países que invierten muchísimo en esta actividad, y se fueron sin aparecer en el medallero, donde solo están Brasil (con un bronce al igual que nuestro país), Colombia (una plata y dos bronces) y por supuesto, Uruguay, entre los países de este continente.
Ahora, el apellido Rotundo parece ganar su espacio en los medios, la joven de 18 años dio el gran golpe y con eso forzó a que todo un país descubriera lo que Paysandú sabe hace rato, esa realidad que se hace inmensa mirando el futuro y que hay que regar para que siga dando sus frutos. Ese que pocos creían iba a florecer en Cali.