El femicidio ocurrió el 29 de mayo de 2019. La joven había fugado de un hogar del INAU y días después fue hallada con un disparo en la casa de su novio.

A pedido de la Fiscalía de Libertad (San José), la Justicia condenó con penitenciaría al femicida de una joven de 17 años que fue asesinada el 29 mayo de 2019. La pena será de 21 años.

Según informó la Fiscalía, en el juicio se estableció que la víctima de 17 años murió por un disparo de arma de fuego y fue encontrada sin vida en la casa del imputado, que tiene 42, con quien había establecido una relación sentimental.

“La defensa del imputado argumentó que se trató de un suicidio, ya que la víctima -con una historia previa de vulneración- había manifestado su intención de autoeliminarse”, indicó la Fiscalía. Sin embargo, se recogió suficiente evidencia como para descartar esa posibilidad.

“En la construcción de la convicción de esta decisora al realizar la valoración integral de la prueba, le indica que se trata de un homicidio, pues las acciones denotadas no indican que pueda tratarse de un suicidio. Así lo han acreditado las declaraciones de la médica forense y las declaraciones de todos los peritos actuantes que se constituyeron en la escena”, sostuvo la jueza en la sentencia.

Además, se logró establecer que luego del asesinato el hombre alteró la escena. Tras conocerse todos los datos, la jueza condenó al femicida por un delito de homicidio muy especialmente agravado por femicidio.

Cuando se supo del asesinato, hace un año y medio atrás, se conoció que la menor se encontraba internada por resolución judicial en el hogar de amparo de INAU del departamento de San José desde el 4 de mayo de 2019, pero se fugó en la noche del viernes 25.

Del abandono y el abuso

Según las indagaciones de la Fiscalía que se dieron a conocer cuando el hombre fue imputado, la joven había tenido una niñez cargada de obstáculos y un padre que había roto el vínculo al separarse de su madre cuando ella tenía tan solo un año y medio de vida.

“Su madre se había dedicado a formar una nueva familia dejando de lado a esta hija, que constantemente intentaba llamar la atención de su progenitora”, indicó la Fiscalía en aquella oportunidad. A lo largo de su infancia sufrió episodios de gran angustia, tristeza y desamparo, que la llevaron a huir de su casa varias veces.

Había quedado embarazada a los 15 años. Desde ese momento, su madre decidió deslindarse de la responsabilidad sobre su hija y la menor fue a vivir con su novio y su beba recién nacida. Más adelante, a pocos meses de nacer su hija, se separó y comenzó a vivir en casas de desconocidos, hasta llegar a vivir en la calle, donde comenzó a consumir drogas y a prostituirse.

Es por ese motivo que su hija fue entregada en primer momento a su madre y posteriormente al padre de la niña, lo que le generó gran angustia.

Luego de dos años de una vida de consumo de drogas y de ejercer la prostitución en la calle, tomó la decisión de internarse en el INAU y logró ingresar a un hogar de amparo por orden judicial. En ese momento el INAU intentó comunicarse con la madre de la joven, que demostró indiferencia.

En esos días y gracias al trabajo de los técnicos de INAU, decidió escribirle a su padre, con el cual había tenido escaso relacionamiento a lo largo de su vida. Se reencontró con él y se comunicó con su abuela y tío paternos, que residían en Rivera.

“Este encuentro trajo aparejadas grandes ilusiones y expectativas, ya que no solo se estaba reencontrando con su padre, sino que también con toda una familia, la que ella tanto deseaba y anhelaba”, indicaba el documento fiscal.

Su padre y abuela le habían prometido que la llevarían a Rivera a conocer al resto de la familia y esto provocaba en la menor una gran felicidad, la cual le expresó a las funcionarias del INAU, a sus compañeras e incluso a su madre.

El jueves 23 de mayo fue la última vez que vio a su padre, ya que el viernes 24 salió a tomar mate con tres compañeras del hogar y no retornó.

La denuncia

Cuando el INAU denunció el hecho y se comenzó a investigar, se le preguntó a las compañeras de la menor, quienes afirmaron que ella les había contado de la relación que mantenía con el ahora condenado, aunque esa relación había terminado ya que él ejercía violencia física y psicológica sobre ella, obligándola a trabajar en la calle para él. También narraron que el imputado consumía cocaína y alcohol.

En su última semana de vida, cuando la joven analizaba irse con su padre, el imputado comenzó a acosarla por mensajes de Facebook y llamadas, presionándola para quedarse con él.

Finalmente, se logró establecer que él planificó la fuga del hogar del INAU convenciéndola de hacerlo y proporcionándole los medios necesarios.

La fuga

El sábado 25, la menor y su pareja se fueron a lo de su exsuegra, donde la joven preguntó por su beba (que estaba con sus abuelos maternos).

Al llegar a la puerta de la casa, el imputado dejó caer de entre sus ropas un arma calibre 22. Fue tal la sorpresa de los testigos que vieron el arma, que el condenado les dijo: “No se preocupen, no es para ustedes”. El domingo la joven volvió a llamar por teléfono para que la dejaran ver a su hija, pero cortó cuando el imputado se lo ordenó.

El miércoles 29, cuando la menor y el imputado presuntamente se encontraban en la cama, ella le manifestó que había retomado el vínculo con su padre, que estaba ansiosa y feliz, y que iría en las próximas semanas al departamento de Rivera a conocer a su familia paterna. Además, le contó que tenía pensado mudarse junto con su padre en Montevideo, ya que él le estaba acondicionando un cuarto para instalar una peluquería donde ella pudiera atender.

A raíz de ello, se suscitó una discusión entre ambos y él le propinó varios golpes, uno de ellos con la culata del revólver en el cráneo. La autopsia demostró varias lesiones severas en el cuerpo, incluyendo fractura costal.

Se le constató al imputado, por parte del médico de guardia, una marca en la frente compatible con erosión por uña humana y lesiones en dorso de ambos pies a nivel de los dedos, lo que demuestra que la joven intentó defenderse.

El hombre, finalmente, la arrojó al suelo y le disparó con su arma. Minutos después, al tomar conciencia de la situación, movió el cuerpo de la víctima y lo apoyó sobre la cama.

El agresor

Según se desprende de la información obtenida por la Fiscalía, el femicida es una persona “con características de personalidad violenta, agresiva, celosa, posesiva y dominante”.

Ya tenía una denuncia por violencia doméstica, en este caso por parte de su expareja, madre de sus dos hijas. Esa relación también comenzó cuando la víctima tenía 14 años y se encontraba en situación de vulnerabilidad. “Su relación fue signada por el miedo y la violencia sobre ella”, indicó la Fiscalía.

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