Su paradero despierta preocupación en Estados Unidos, ya que Siria “es el peor lugar en el que puede estar un ex recluso de Guantánamo enojado”.
Desde que abandonara el país rumbo a Turquía y fuera deportado a Siria -dejando en nuestro país deudas, un juicio pendiente y varias polémicas- nada se sabía de Jihad Diyab.
Esta mañana, sin embargo, el diario Miami Herald y la publicación McClatchy dieron detalles de su paradero, en una extensa nota dedicada a la decisión de Donald Trump de cerrar una oficina que rastreaba a ex detenidos de Guantánamo liberados.
La nota toma como uno de los casos más emblemáticos el de Diyab. Según la información de la periodista Carol Rosenberg -citada hoy por su colega uruguaya Diania Cariboni, autora del libro “Guantánamo entre nosotros”- la embajada turca en Washington no tiene registros de que Diyab haya llegado a ese país.
Sin embargo, “Diyab fue detectado en el centro sur de Turquía, desde donde ha entrado y salido de la provincia rebelde siria Idlib, controlada por el frente Nusra, afiliada a Al Qaeda”, de acuerdo a una fuente diplomática siria. Su madre está recibiendo atención médica en Turquía, dijo esta fuente.
Diyab había salido de Siria en el año 2000. Según el Miami Herald, estuvo en compañía de jihadistas antes de ser capturado en Pakistán en 2002 y trasladado a Guantánamo.
Según fuentes del Comité de Asuntos Exteriores de EEUU, “Siria es el peor lugar para tener a un ex recluso de Guantánamo enojado”.
Desde el Departamento de Inteligencia de Estados Unidos, dice la periodista Rosenberg, no se ha querido discutir el paradero de Diyab. Sin embargo, Lee Wolosky, el último enviado especial del Departamento de Estado para el cierre de Guantánamo, indicó que recibe llamados de diplomáticos preocupados por no tener nadie a quien consultar por estos temas en el gobierno estadounidense.
Describió la desaparición de Diyab como “particularmente preocupante”. “Trabajamos mucho para asegurarnos de que permaneciera en Uruguay”, dijo, algo negado varias veces por el gobierno uruguayo. “No solo era una persona dañada, sino que era alguien al que yo consideraba peligroso”, agregó.