Cientos de refugiados lograron escapar de los controles.
Centenares de personas han tratado de huir en los últimos días del punto de reunión de refugiados en la localidad húngara de Röszke y muchos, como Osama, un sirio de 21 años, han llegado hasta la estación de trenes Keleti de Budapest, para salir de allí hacia el anhelado Occidente.
“Ya sabíamos que en Röszke hay problemas”, explicó Osama a Efe en la estación, en alusión a que muchas veces hay que pasar horas y hasta noches en ese punto, sin saber qué pasará.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) instó ayer a Hungría a mejorar las condiciones de recepción para los solicitantes de asilo que llegan al país y hacer que los procesos de registro de los refugiados sean más sencillos.
Osama, estudiante universitario, dijo que antes de cruzar ayer la frontera desde Serbia, él, sus dos primos y un amigo se enteraron de que “hay tensión allí”, por lo nada más llegar aprovecharon la primera oportunidad para huir con otros 200 refugiados del punto de reunión.
“No queremos que nos registren. Queremos llegar a Alemania”, agregó Osama, quien relató que tardaron dos semanas en llegar desde Siria hasta Hungría.
Aunque muchos de los que huyen fueron capturados por la Policía y conducidos de regreso al punto de reunión de la misma localidad, Osama y su grupo se habían alejado de la autopista, con lo que lograron seguir “sin problemas”.
El grupo llegó a medianoche a Budapest, aunque Osama no quiso precisar cómo había logrado alcanzar la capital.
Son muchos los refugiados que pagan a conductores para que los lleven clandestinamente a la capital húngara.
Como la gran mayoría de los más de 170.000 refugiados que han entrado en Hungría en lo que va de año, Osama quiere llegar a Alemania para solicitar asilo y proseguir sus estudios.
Osama y sus amigos esperan en la estación para viajar rumbo a Alemania en alguno de los trenes que salen hoy.
Mientras esperan, en la estación y en la salida del metro los voluntarios de Migration Aid, una organización creada en la red social Facebook, tratan de hacer más agradable la espera para unos 100 refugiados que por el momento permanecen allí.
“Últimamente la situación está mucho más controlada”, asegura a Efe Tamás, un voluntario conocido con el nombre de “Banana” entre los refugiados por ser el responsable de repartir esa fruta.
“Nadie se queda aquí”, añade y subraya que, debido a la generosidad de los vecinos de Budapest, ya cuentan ropa y comida de sobra y que los mismos voluntarios llevan al punto de reunión de Röszke.
Pero aún así “cada día se necesita otra cosa. Un día nos hacen falta plátanos, mientras que al siguiente son calcetines”, explica Tamás.
En diferentes rincones de este lugar se ven voluntarios que dibujan con los niños, al tiempo que algunos músicos tratan de entretener a los refugiados para que olviden sus penas durante un tiempo.
Mientras, en la estación los refugiados se organizan cada vez mejor con la ayuda de los voluntarios y esperan en ordenadas filas a poder subir a los trenes.
Según detalló un empleado de la estación, cada tren parte con entre 150 y 250 refugiados.
(Con información de EFE)